La calle de Alcalá cuenta con el privilegio de ser la calle más larga de la ciudad. Nace en la Puerta del Sol y finaliza en la Avenida de la Hispanidad. El trazado surgió de un antiguo camino que salía de la Puerta del Sol y transitaba en dirección a Alcalá de Henares.
A raíz del establecimiento de la Corte en Madrid en el S. XVI, la antigua calzada pasó a ser una de las principales vías de la ciudad. En su tramo inicial hasta la Plaza de Cibeles, se encuentran los edificios más emblemáticos de Madrid, como el Ateneo, el edificio Metrópolis o el Banco de España.
La Puerta de Alcalá, situada en la Plaza de la Independencia, es otro de los hitos arquitectónicos que atraviesa la calle del mismo nombre. Desde aquí hasta la avenida de la Paz, la calle de Alcalá corre paralela al Retiro, se cruza con la calle Goya y desemboca en Las Ventas.