Las rutas que unen los pueblos de esta “Arquitectura Negra” recorren un valle donde sus típicos pueblos, con sus casas de pizarra, se mimetizan con el entorno. En medio de un paisaje húmedo y verde se alza la “capital del valle”: Campillo de Ranas. Este pequeñísimo pueblo, de apenas unos 60 habitantes actuales, como sus vecinos, ha vivido un aislamiento especial, dado lo abrupto del terreno y la escasez de caminos para llegar para llegar a este valle recóndito. Merece la pena llegarse hasta allí.
La arquitectura popular de esta zona se ha dado en llamar arquitectura negra por el color oscuro de los materiales empleados en la construcción de sus edificios, que presentan el color típico de la pizarra que constituye su materia prima esencial.
Este valle, acostumbrado a inviernos durísimos y veranos húmedos y verdes, ha dibujado con el tiempo una cadena de pueblos dignos de visitar, con sus calles, paredes, techos y enormes chimeneas cubierto todo por la pizarra del lugar.
A veinte kilómetros de Matarrubia, en el extremo meridional del Macizo de Ayllón, Tamajón es conocida como la “puerta de entrada a la ruta de la Arquitectura Negra”. Desde este notable espacio monumental, de construcciones de piedra caliza y bellas muestras románicas, parten dos rutas bien diferenciadas que recorren los “pueblos negros”.
El primer itinerario nos lleva por Campillejo, El Espinar y Campillo de Ranas para acabar en Majaelrayo, al pie del Ocejón. Desde la cima se tiene una amplia vista de la provincia y la capital. Se recomienda una parada en Roblelacasa y, sobre todo, en Robleluengo, uno de los conjuntos de edificios de pizarra más cuidadosamente conservados de la ruta.
El segundo conduce hasta Galve de Sorbe, comenzando por Almiruete y pasando por Palancares, Valverde de los Arroyos y Umbralejo. Aquí el plato fuerte son las vistas de la sierra y el Hayedo de Tejera Negra es el bosque de hayas más meridional de Europa.
Para satisfacer el estómago del viajero, nos recomiendan los platos típicos serranos: asados, chuletillas encenizadas, calderetas y codillos. También puede degustar suculentas judías, perdices escabechadas, lomo o chorizo a la olla. El cabrito asado de Jadraque, con su salsa jadraqueña, goza de especial fama. Entre los platos de caza, el jabalí estofado acompañado de setas, hará que querramos volver pronto por allí.
A poco más de 1 hora y media de manejo desde Madrid, este valle nos espera para recorrerlo y disfrutar de un paisaje único. (ver mapa )